La industria ha experimentado un salto decisivo en digitalización. Robots, sensores, PLCs, SCADA, IoT y análisis en tiempo real han convertido las fábricas en entornos cada vez más conectados y eficientes.
Esa conexión, sin embargo, también ha transformado el riesgo: un incidente ya no afecta solamente a ordenadores y oficinas; puede detener una línea completa de producción... o peor, comprometer la seguridad física de personas e instalaciones.
Hoy, proteger los entornos OT es tan importante como mantener la maquinaria en funcionamiento. La producción no puede permitirse ir a ciegas.
En muchas compañías, los sistemas industriales han evolucionado más rápido que la seguridad que los protege.
Durante años, los equipos OT funcionaban aislados, sin conexión directa a redes corporativas o Internet. Ahora, esa frontera se ha difuminado: hay mantenimiento remoto, intercambio de datos con sistemas de gestión, analítica en la nube y proveedores conectados.
Esto ha creado un escenario nuevo:
La pregunta ya no es "¿me pueden atacar?", sino "¿me daría cuenta a tiempo?".
Los incidentes en entornos OT no son teóricos ni lejanos. La mayoría comienzan de forma silenciosa, aprovechando debilidades que pasan desapercibidas en el día a día.
Un ataque en la red corporativa puede saltar a los sistemas industriales si no existe separación. Es como abrir una puerta interna sin darse cuenta.
Muchos PLCs, sensores o sistemas SCADA nunca se crearon pensando en ciberseguridad. No aplican parches, no tienen antivirus y, en ocasiones, ni siquiera registran actividad sospechosa.
Los atacantes ya no buscan datos: buscan dinero. Una fábrica parada paga rápido. Ese es el objetivo.
En numerosos entornos industriales, nadie está monitorizando el comportamiento de las máquinas. Si un controlador empieza a comunicarse con direcciones extrañas o un sensor envía órdenes que no deberían existir, nadie lo ve.
El resultado: una planta puede estar comprometida durante días sin que nadie detecte nada.
Los incidentes en entornos OT rara vez llegan con aviso. No hacen ruido. Se infiltran despacio, aprovechando debilidades cotidianas que pasan desapercibidas hasta que el daño ya está hecho. Todo empieza, muchas veces, por no saber exactamente qué hay dentro de la fábrica.
Aún hoy, muchas plantas carecen de un inventario actualizado de sus activos industriales: no saben cuántas máquinas están conectadas, qué sensores reportan información, o qué controladores llevan meses sin parchear. En Irontec llamamos a este proceso "levantamiento de planta", y es el primer paso para recuperar el control: conocer lo que tenemos antes de enfrentarnos a lo que puede ocurrir.
Una vez visible el mapa real del entorno, llega el momento de auditar la seguridad existente. Analizar la situación actual permite saber dónde están los puntos débiles: redes corporativas y OT mezcladas, accesos no controlados, dispositivos antiguos sin soporte o sin registros de actividad. Sin ese diagnóstico, cualquier medida posterior es solo un parche.
El siguiente paso es diseñar un plan de continuidad de negocio. En la industria, no se trata de detenerlo todo para corregir: se trata de garantizar que, incluso si ocurre un incidente grave, la producción siga en marcha y el impacto sea mínimo.
A partir de ahí, entran en juego los perímetros de seguridad. Separar correctamente las redes industriales de las corporativas evita que un ataque en la oficina termine afectando a la planta. Es una de las defensas más simples y, sin embargo, una de las más olvidadas.
También es esencial controlar los accesos: técnicos, proveedores, mantenimiento remoto... Cada conexión externa es una puerta potencial de entrada. La autenticación robusta, los registros de actividad y las políticas Zero Trust son el nuevo estándar para mantener esa frontera bajo control.
Y finalmente, llega el punto que marca la diferencia: la monitorización continua de la seguridad OT. No hablamos solo de observar el tráfico de red, sino de entender el comportamiento de cada máquina, cada PLC, cada sensor. Detectar patrones anómalos, movimientos inesperados o vulnerabilidades no parcheadas antes de que se conviertan en una crisis.
La realidad es clara: muchas fábricas han permanecido comprometidas durante días sin saberlo, simplemente porque nadie estaba mirando. En España, el sector manufacturero registró más de 750 ataques de ransomware en apenas seis meses de 2024. No hablamos de cifras abstractas: son líneas detenidas, pérdidas millonarias y daños reales sobre la producción.
Durante los últimos 20 años, Irontec ha acompañado a sus clientes tanto en los buenos momentos como en los más críticos. Hemos visto de cerca lo que ocurre cuando una línea de producción se detiene inesperadamente: no son solo máquinas paradas, son turnos perdidos, proveedores bloqueados y trabajadores esperando una solución. Detrás de cada alarma hay empleos, familias y el pulso económico de todo un territorio.
Y las cifras lo confirman. En Europa, uno de cada tres fabricantes ha sufrido pérdidas de hasta 4,4 millones de euros por incidentes de ciberseguridad. En España, el coste medio de un ataque supera ya los 200.000 euros por empresa, y en el caso de plantas industriales, puede multiplicarse rápidamente. No hablamos de estadísticas: hablamos de fábricas reales que pierden producción, reputación y estabilidad financiera en cuestión de horas.
Por eso, en Irontec no trabajamos desde la emergencia, sino desde la prevención. Diseñamos arquitecturas industriales donde OT y TI conviven bajo un modelo de seguridad y continuidad, pensado para que la planta siga funcionando incluso bajo presión. Aplicamos segmentación inteligente, control de identidades, trazabilidad de actividad y monitorización continua, siempre alineados con los marcos más exigentes: ENS, ISO 27001, NIS2 y GDPR.
Además, defendemos la soberanía tecnológica como principio. Combinamos soluciones open source con herramientas enterprise cuando el contexto lo requiere, asegurando que cada cliente mantenga independencia y capacidad de evolución sin quedar atado a un único fabricante.
Y, sobre todo, no desaparecemos al terminar un proyecto. Nuestro soporte es continuo, cercano y evolutivo. Revisamos, ajustamos y adaptamos la seguridad a medida que cambia la operación. Porque en una fábrica, lo que se protege no es solo la producción: es el futuro del negocio y de quienes lo hacen posible.
Las plantas son más inteligentes, están más conectadas y producen más datos que nunca. Los ataques también. Proteger OT significa proteger producción, reputación y, en muchos casos, seguridad física. Sin embargo, todavía hay organizaciones que operan sin visibilidad real sobre lo que ocurre en sus redes industriales.
La buena noticia es que tiene solución.
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